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Melania Bentué . Periodista Zaragoza . Estrategias de comunicación
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Biescas, 7 de agosto: un día para el recuerdo y el homenaje

4 DE AGOSTO DE 2016

Este municipio del Pirineo aragonés organiza un acto para expresar el agradecimiento a todos los que ayudaron en aquel desastre natural que asoló el camping Las Nieves y se inaugurará un memorial en el parque situado junto al barranco de Arás
Biescas, 7 de agosto: un día para el recuerdo y el homenaje

Han pasado ya 20 años, pero en Biescas nadie olvida aquel 7 de agosto de 1996. En este 20 aniversario, el Ayuntamiento quiere mostrar ese recuerdo a todas las personas afectadas por la riada del Barranco de Arás mientras pasaban sus vacaciones en el camping Las Nieves. 87 personas murieron y más 180 resultaron heridas. El próximo domingo será un día para el recuerdo y para el reencuentro de vecinos y familias que perdieron en este pueblo del Pirineo oscense a sus seres queridos. “Era un homenaje pendiente. No había un lugar que recordase lo que ocurrió y queríamos que las familias tuvieran un lugar digno al que acudir si quieren”, explica el alcalde de Biescas, Luis Estaún. Además, será una tarde en la que se quiere expresar el agradecimiento a todas aquellas personas voluntarias y a los servicios de emergencia que colaboraron en asistir a las víctimas y a sus familias y que lo hicieron de forma anónima. 

El Memorial Camping de Las Nieves, en el parque situado junto al barranco de Arás, “quiere reparar esa asignatura pendiente”, cuenta el alcalde, quien explica cómo la carta que le envió Oriol Espinosa, que perdió a su madre en la tragedia, “animó al ayuntamiento a abordar este tema que es tan doloroso para el pueblo. En la misma línea se mostraron otras familias”. 
 
La idea de escribir la carta partió de Oriol hace tres años después de visitar la localidad mientras realizaba el Camino de Santiago. En su recorrido, fue andando desde Pamplona a Biescas en lo que él define como “un viaje interior”. No había vuelto allí desde entonces y le llamó la atención ver el estado en el que estaba la zona que un día había ocupado el camping. A pesar de eso, reconoce que su paso por el pueblo le reconfortó. El próximo 7 de agosto volverá a Biescas con su familia y amigos. Espera que la celebración de este 20 aniversario y que haya un lugar para el recuerdo “sirva para cerrar esta etapa y lo digo pensando en el conjunto. Lo que tengo claro es que no me gustaría que ese día se dejaran heridas abiertas en el pueblo”, subraya Oriol.
 
Afronta este aniversario como algo positivo, que además “tendremos la oportunidad de hablar con otras víctimas y con los vecinos de Biescas porque todos vivimos juntos aquellos días”. Y es que aunque han pasado 20 años, que han ayudado a mitigar el dolor tan intenso de aquellos momentos, es una herida que sigue doliendo a sus habitantes. Todo el pueblo, todo el entorno se volcó y salió a ayudar en lo que cada uno podía. Lo hicieron desde el anonimato y así quieren que continúe. Nadie quiere tener protagonismo, fue todo un pueblo el que estuvo allí. 
 
Por eso, quienes nos ayudan a dar forma y a escribir sobre el significado de esta jornada de homenaje, al tiempo que recordamos aquel día, lo hacen dejando claro que sus nombres, José Antonio, Amparo, Pili, Pepita, Esperanza, María José, Jorge, Fernando, José Miguel y César,  son uno más en la lista de todos los que estuvieron allí ese día.
 
La tragedia del camping es parte de la historia de Biescas. La creación de este espacio de recuerdo servirá para que las familias de las víctimas  puedan tener algo de paz y una zona digna a la que acudir. Saben que será un día con muchos recuerdos y emociones, pero piensan que es una buena idea, una manera de mostrar el afecto de todo el pueblo y que se resuelva así una asignatura pendiente.
 
Ese es el deseo, convertir ese espacio en un lugar para la calma y la paz. En Biescas, el recuerdo es imborrable tanto hacia las familias como hacia quienes perdieron esa tarde la vida, pero este 20 aniversario les ofrece la posibilidad de mostrar sus sentimientos y mostrar que siempre estarán en la memoria de todos, que nadie olvida, porque nadie quiere olvidar, pero sí cerrar un círculo que estaba abierto porque faltaba algo, el espacio adecuado para el recuerdo.
 
El 7 de agosto es una fecha que duele, marcó a todo un pueblo y a las familias de las 87 personas que murieron, pero los actos organizados quieren también recordar que en aquel momento salió lo más preciado de las personas, la solidaridad, ponerse en el lugar del otro y dar lo que cada uno podía. Como nos decía una de nuestras protagonistas, “la gente buscaba algo donde asirse, un abrazo, cariño…” Y eso es lo que hizo Biescas, estar al lado de todos los que, en ese momento, sufrían la mayor tragedia de sus vidas. 
 
Biescas, la respuesta social de un pueblo solidario
 
“Aquel día hicimos lo que pudimos”, “intentar ayudar”, “el pueblo entero se entregó”, “la gente de los alrededores, los turistas,… como hormiguitas todo el mundo se empezó a organizar”, “la cooperación ciudadana fue extraordinaria”, son algunas de las frases que más repiten e nuestras conversaciones con los habitantes de Biescas. La solidaridad de todo un pueblo, la entrega y la colaboración. 
 
Todavía cuesta recordar aquella tarde. Todos coinciden en que el cielo “estaba muy negro” y en pocos minutos se desencadenó una gran tormenta, “aquello no era llover, no se puede explicar”. El pueblo se quedó sin luz, después tampoco habría agua y las comunicaciones para salir y entrar eran complicadas.
 
El pueblo se organizó de manera voluntaria para ayudar hasta que llegaran los servicios de emergencias y pusieron sus casas a disposición de las familias. El ayuntamiento fue un lugar clave y la biblioteca. Por supuesto, la residencia de personas mayores, donde el médico pasaba habitualmente la consulta, se convirtió en el lugar al que llegaban los heridos. Los residentes dejaron libres sus camas por si se necesitaban y muchas mujeres del pueblo fueron hasta allí para ayudar.
 
Un punto con especial atención fue la escuela. Las maestras la abrieron para acoger a todo el mundo, allí llegaron las cocineras y la gente de Biescas aportó alimentos, caldo, leche y café caliente fueron fundamentales en aquellos primeros momentos. Enseguida empezaron a traer mantas y ropa. Después se habilitaría el polideportivo para acoger a todo el mundo. Hay quien recuerda que en aquellos días incluso llegó fruta de Albelda y un padre y su hijo viajaron desde Illueca para llevar zapatos.
 
Hace 20 años no existía la red de urgencias y emergencias que existe hoy en día, tampoco había teléfonos móviles, por eso la red de radio-alertas sirvió para comunicar lo que sucedía y hacer llegar el aviso de que se necesitaba ayuda. 
 
También surge varias veces en la conversación la asistencia sanitaria, todos los médicos y psicólogos que se acercaron de manera voluntaria porque pasaban sus vacaciones de verano en la zona. Jorge Grados, médico de Biescas, y Fernando Baque, cirujano del Hospital San Jorge que pasaba sus vacaciones allí junto a su mujer, también médico, explican cómo organizaron un hospital con lo que había. Clasificaron a los heridos en función de la gravedad. Pero no había teléfono, estaban incomunicados, se hacía de noche y no había luz. Un grupo electrógeno que facilitó un feriante aportó algo de luz.
 
Tampoco disponían del material médico necesario para la magnitud de lo que había pasado y la farmacéutica de Biescas aportó todo lo que tenía. Era difícil pero, una vez más, surgió la solidaridad y el apoyo de otros profesionales sanitarios, ya que llegaron más de 30 médicos que veraneaban en la zona. Los propios habitantes pusieron sus coches para los traslados de la gente hasta los puntos de atención.
 
Y de nuevo, surge la capacidad de un pueblo, porque parecía que todo el mundo sabía lo que tenía que hacer. Después de todo, lo que queda es la capacidad de las personas para sacar lo bueno, porque entre tanto llanto, tantos momentos y situaciones, historias inenarrables, había mucho cariño y mucho apoyo.
 

Biescas, 7 de agosto: un día para el recuerdo y el homenaje

4 DE AGOSTO DE 2016

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